El 12 de marzo, tres días antes que funcionarios estatales tomaran alguna medida oficial contra la pandemia emergente del coronavirus, Doug Adkins impuso medidas estrictas en su centro de vida asistida de 155 camas.
Doce días más tarde, había contratado un laboratorio para hacer pruebas del coronavirus a cada paciente y trabajador, y exigió que los contratistas y proveedores del centro se sometieran a la prueba para probar que no estaban contagiados antes de poner un pie en sus instalaciones. El 21 de abril volvió a hacer las pruebas.
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